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Su historia

Más que un oficio, la arquitectura es para Miguel Arenas (Barcelona, 1945) una manera de vivir. Lleva más de cuarenta años en activo y cientos de proyectos a sus espaldas, pero cada nuevo encargo le sigue apasionando como el primero.

Arquitecto vocacional, ya de niño le gustaba observar durante horas cómo su padre, sastre de profesión, dibujaba los patrones de los trajes sobre el papel. Enseguida decidió que él también quería “proyectar”, pero no chaquetas ni pantalones, sino obras arquitectónicas.

Supo que había tomado la mejor decisión cuando se matriculó en ETSAB, la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, y se encontró delante de un tablero de dibujo con todo un mundo que plasmar.

En el año 1970 obtuvo su titulación académica y se trasladó a Palma de Mallorca con la intención de empezar una nueva vida cambiando los grises de la Ciudad Condal por la luz y el mar de las Baleares.

Heredero del funcionalismo y del movimiento moderno, los primeros encargos que llegaron a su estudio fueron casas unifamiliares en las que se podía apreciar la influencia de grandes figuras, como José Antonio Coderch o Frank Lloyd Wright.

Además de ejercer en Mallorca, no tardó en extender su labor profesional a Ibiza, donde se estrenó con el Edificio Transat en colaboración con el arquitecto Xavier Flaquer.

La mayor parte de su trayectoria se ha centrado en la realización de viviendas de alto standing y rehabilitación de fincas rústicas para clientes nacionales e internacionales tanto en Mallorca como en Ibiza. Algunas de sus obras han sido publicadas en revistas como Arquitectura y DiseñoARQ y LivingDECO.

De su estudio también han surgido numerosos hoteles, complejos turísticos y oficinas, así como un centro comercial, la ampliación del Hospital Sant Joan de Déu y de la Cruz Roja y la nueva sede/centro laboral de Endesa en la capital de las Islas Baleares.

Miguel Arenas hoy se encuentra más entregado que nunca a su profesión. Sigue vibrando con cada esbozo que ve convertirse en realidad y siente cada nuevo proyecto como un reto con el que empezar de cero. Para él, no hay dos solares iguales ni dos clientes iguales, por eso a la hora de diseñar cada obra busca la inspiración idónea que encaje con las necesidades, preocupaciones y aspiraciones de su destinatario final. Ponerse en la piel del cliente y hacerle partícipe de la evolución de todo el proyecto es su lenguaje cotidiano de trabajo.